Antes de la llegada del concepto de «crowd» (que en inglés significa 'multitud'), era difícil para los particulares invertir en bienes inmobiliarios por fuera del mercado de valores. Las inversiones en valores privados (incluidos los bienes inmobiliarios) no podían comercializarse públicamente, lo que significaba que encontrar oportunidades dependía en gran medida de contar con un gran capital o con contactos profesionales.
Tras la crisis bancaria de 2007 y 2008, muchos de los prestamistas tradicionales (es decir, los bancos) endurecieron sus criterios para la concesión de préstamos. Esto provocó una escasez de capital en la mayoría de los mercados y generó la necesidad de contar con fuentes de financiación alternativas.
Como respuesta, en el año 2012 se aprobó la ley «Jumpstart Our Business Startups» (JOBS) en los EE. UU. para modificar la legislación que impedía la solicitud financiera general por parte de inversionistas individuales. Las empresas emergentes («startups») y las pequeñas empresas ahora podrían obtener capital de una manera mucho más pública.
A partir de entonces, los inversionistas pudieron participar en negocios de bienes inmobiliarios privados, algo que la tecnología moderna les permitió hacer desde la comodidad de sus propios hogares. A mediados y finales de los años 2000, las primeras plataformas de crowdfunding demostraron el concepto, lo que ha llevado al lanzamiento de sitios web que buscan negocios e inversiones de crowdfunding en todos los sectores.
Si bien el crowdfunding es actualmente un vehículo de inversión establecido que brinda considerables beneficios, también es importante que entiendas las desventajas del crowdfunding inmobiliario antes de decidir si es el tipo de inversión
La inversión conlleva riesgos, incluida la pérdida de capital y la falta de liquidez. Lee nuestra Advertencia de Riesgo antes de invertir.